¿Puedo usar el 100% de mi cerebro?

De acuerdo a datos científicos, usamos sólo de 3 a 5% del potencial de nuestro cerebro, ¿los cabalistas usan el 100% de su cerebro?

Michael Laitman: No, el mayor porcentaje del cerebro se utilizará sólo cuando logremos estar integralmente conectados unos a otros.

Cada uno necesita entrar en un sistema en el que, además de uno mismo, se encontrarán millones de partículas que también tienen deseo e inteligencia. Todos debemos conectarnos con la ayuda de la Luz Superior. Sólo entonces, la persona necesitará una porción más grande del cerebro.

Cuando nos conectamos entre nosotros con nuestros deseos y mentes, el cerebro funciona como un módem. Hoy, sólo tenemos características bestiales y su ejecución.


Pregunta: Para servir los deseos de millones de personas, ¿se necesitará activar el cerebro un 97% adicional?

Michael Laitman: No se trata de millones de personas; es la determinación de una integral muy simple: puedo dar a alguien sólo de una manera particular y otro de otra manera particular, a éste, de esta manera y al otro, de esta otra manera, etc. Es decir, que la persona comienza a conectarse e integrarse en una cadena infinita conectada a ella y ella a la cadena. De esta manera, constantemente calcula todas las posibilidades. ¡Es imposible darse cuenta de esto linealmente, sólo espiritualmente!

Pero este cálculo no se realiza en nuestra inteligencia. La inteligencia arropa el deseo y de él surge una cadena elemental, integral, infinita y mutuamente conectada.

Aprendemos esto, específicamente en la sabiduría de la Cabalá, de la conexión entre Partzufim [´Estructura espiritual´], entre mundos, donde cada partícula en la que hay cambio, estimula un cambio en todo el sistema.

Cada cambio, realmente estimula un choque en todo el sistema. Por lo tanto, es necesario una gran mente y sentimientos para todos los cálculos y sensaciones y para entender cómo fluyen en armonía eterna e infinita.

El cabalista ve cómo todas las partículas del deseo general se acomodan y redistribuyen constantemente, en forma gradual, como un océano en el que millones de gotas fluyen de un lugar a otro y todo se siente al mismo tiempo. Es llamado el resplandor de la Shejiná (Divinidad).


Del blog Laitman.es